No estás ciego.
No estás en una silla de ruedas.
No estás luchando contra una enfermedad terminal.
No estás esquivando balas ni suplicando por tu próxima comida.
Tienes internet 24/7, una puerta a un conocimiento, conexión y oportunidades infinitas.
Duermes bajo un techo, en un colchón, envuelto en sábanas limpias, cada noche.
Bebes agua limpia sin pensarlo dos veces.
Comes comidas cálidas y sabrosas a diario, a menudo preparadas por alguien que te ama.
No te estás despertando con sirenas de guerra, señor.
No estás hurgando en la basura por sobras.
No estás viendo a tu hijo morir de hambre.
No
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